La Dermofarmacia es una disciplina científica que, según la Real Academia , es “la rama de la farmacia que estudia, fabrica y expende productos de cosmética no relacionados con patologías”. En concreto, el farmacéutico especialista se encarga de estudiar, fabricar y dispensar productos de uso tópico para aquellos pacientes que demandan una solución, no sólo terapéutica sino también cosmética y que son, de hecho, un público muy variado que ve la farmacia como el lugar adecuado para adquirir sus productos de cuidado diario para la piel. Aunque no es necesaria receta médica, sí que existe una demanda por parte del paciente/cliente de un asesoramiento experto donde resolver las dudas sobre la utilización y las posibles reacciones adversas de los productos, y el profesional observará mediante la atención personal si puede haber, además, situaciones que requieran medidas higiénico-sanitarias específicas y, si lo ve conveniente, aconsejar su derivación al dermatólogo.

Estos productos de dermofarmacia para el cuidado de la piel tienen un surtido amplio que va desde pomadas, ungüentos hasta geles, tratamientos de belleza como cremas hidratantes, antiarrugas o reafirmantes, iluminadores, maquillaje o cremas con color que son productos cuyo objetivo es mejorar la estética de una persona que, además o pueden producirse desde dentro de la propia farmacia (fórmulas magistrales) o a través de laboratorios especializados y sirven para la higiene personal  y/o rutina diaria del cuidado  de la piel, mejorando su apariencia o bien otros que ofrecen soluciones a problemas concretos de la piel.

De acuerdo con el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, los productos de dermofarmacia son “toda sustancia o preparado destinado a ser puesto en contacto con las diversas partes superficiales del cuerpo humano (epidermis, sistema piloso y capilar, uñas, labios y órganos genitales externos), o con los dientes y las mucosas bucales, con el fin exclusivo o principal de limpiarlos, perfumarlos, modificar su aspecto, y/o corregir los olores corporales, y/o protegerlos o mantenerlos en buen estado”.

Es muy importante destacar el papel fundamental del dermofarmacéutico en la Cosmetovigilancia que es la actividad destinada a la recogida, evaluación y seguimiento de la información sobre los efectos no deseados observados de los productos cosméticos.

En España la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) es la autoridad competente a la que las personas responsables y los distribuidores deben notificar los efectos graves no deseados relacionados con el uso de productos cosméticos, de los que tengan conocimiento.

Historia de la dermofarmacia

El término  “Dermofarmacia” viene del griego, compuesto por el prefijo “dermo-” que significa “piel” y  “cosmético”  que es“ relativo al adorno”, dando como definición que la dermocosmética es  “el arte de adornar la piel”.

Los antiguos griegos y egipcios y posteriormente a lo largo de la historia ,usaban productos cosméticos para adornar sus rostros ,cuidar o tratar su piel, pero el concepto de dermocosmético es reciente, empezó a utilizarlo el laboratorio Pierre Fabre en la década de los años sesenta del pasado siglo ya que fue el primero en reclamar que sus productos tuvieran las normas de fabricación que tenían otros medicamentos. También defendió sus cosméticos como complemento en tratamientos específicos de la piel.

Carrera en Dermofarmacia

Existe formación específica en las distintas universidades por medio de masters y postgrados para alcanzar el nivel profesional que se demanda en dermofarmacia,  con el objetivo de saber ofrecer un asesoramiento dermocosmético personalizado. Es una especialidad que a nivel laboral está en auge y continúa creciendo .

Este profesional de la dermofarmacia debe conocer las principales patologías de la piel y saber detectar cuando hay algún problema dermatológico, determinar las necesidades de la piel del paciente, aconsejándole sobre la rutina a seguir en su cuidado diario , también puede formular productos cosméticos personalizados.

Los profesionales sanitarios implicados en el campo de la dermofarmacia son, en primer lugar, los farmacéuticos, pero también los dermatólogos, especialistas en última instancia en el cuidado de la piel y en la investigación de sus patologías. Asimismo, pueden estar implicados en este ámbito profesionales de Medicina, Biología, Biotecnología, Química, Bioquímica, Psicología, Enfermería, Nutrición o Fisioterapia.

H2: Diferencias entre dermocosmética y cosmetología

Mientras que la cosmética se centra únicamente en el cuidado diario de la piel y en mantener y realzar la belleza, la dermocosmética centra sus esfuerzos en solucionar los problemas relacionados con los desequilibrios de la piel.