Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el uso racional del medicamento consiste en «que se recete el medicamento apropiado, que se disponga de éste oportunamente y a un precio asequible, que se dispense en las condiciones debidas y que se tome en las dosis indicadas y en los intervalos y durante el tiempo prescritos. Además, el medicamento apropiado debe ser eficaz y de calidad e inocuidad aceptables» (Nairobi, 1985).
Indicación farmacológica
Si nos centramos en la primera premisa, para que se recete el medicamento apropiado, es fundamental hablar de la indicación farmacológica.
Si intentamos definir qué son las indicaciones de un medicamento, podríamos decir que se trata de las utilidades para las que un medicamento ha demostrado su eficacia mediante ensayos clínicos. Es decir, para qué problemas de salud está recomendado.
Debemos tener en cuenta que la indicación terapéutica es una característica regulatoria del medicamento. Por lo que para su reconocimiento es necesario, en primer lugar, demostrar con ensayos clínicos la eficacia de ese medicamento para esa indicación y posteriormente obtener la autorización por parte de una agencia reguladora.
Indicaciones para antes de utilizar un medicamento
Antes de utilizar un medicamento es fundamental conocer sus indicaciones terapéuticas de mano de un profesional de la salud. El médico nos prescribirá en consulta el medicamento que considere para nuestra patología. Pero también puede, en caso de patologías menores, ser el farmacéutico el que recomiende ciertos medicamentos de venta libre. ¿Cómo? profundizando en cómo tomarlo, durante cuánto tiempo, revisar posibles interacciones con otra medicación que tome el paciente… realizando, en definitiva, una buena atención farmacéutica.
Si queremos buscar en la práctica algún ejemplo de indicaciones de un medicamento, en el prospecto o la ficha técnica de un paracetamol de 500 mg, envase de 10 comprimidos, que se puede adquirir en la farmacia sin receta al tratarse de un medicamento OTC, en el apartado de “indicaciones terapéuticas” podemos leer : “Alivio o tratamiento sintomático del dolor ocasional leve o moderado, como dolor de cabeza, dental, muscular (contracturas) o de espalda (lumbalgia) y estados febriles en adultos y niños mayores de 12 años”. Como vemos, nos indica su función y para qué tipo de población está recomendado.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de prescribir un tratamiento es el balance entre los riesgos (posibilidad de que ocurra un efecto nocivo). Así como el beneficio/eficacia que se va a obtener con ese tratamiento. Es decir, la conocida relación beneficio-riesgo.
¿Y cómo se puede calcular el índice beneficio-riesgo de un medicamento?
A la hora de evaluar el balance beneficio-riesgo de un medicamento, el médico deberá revisar la historia clínica del paciente, tratamientos concomitantes… para elegir la mejor opción terapéutica. Podemos comentar como ejemplo de la evaluación de ese equilibrio una prescripción muy frecuente, el tratamiento con AINEs. En este caso, un fármaco indicado para reducir la inflamación y el dolor (beneficio), puede a su vez causar hemorragias digestivas o aumentar el riesgo cardiovascular (riesgo), lo que habrá que analizar en profundidad a la hora de la prescripción en función de las características del paciente.