Fármaco y medicamentos suelen emplearse indistintamente en cualquier conversación. De hecho, el término “fármaco” denota cierto conocimiento en la materia y puede darle hasta un toque más “intelectual” cuando nos referimos a algo que nos estamos tomando para aliviar o combatir los efectos de una dolencia determinado. Sin embargo, aunque fármaco y medicamento están relacionados, tienen diferencias notables entre sí.

Para empezar, hagamos una ligera vista atrás: en 1969 la Organización Mundial de la Salud quiso definir como fármaco a aquella “sustancia que, introducida en el organismo vivo, puede modificar una o más de las funciones de éste”. La Real Academia de la Lengua establece también una definición similar para ambos términos y describe al medicamento como la “sustancia que, administrada interior o exteriormente a un organismo animal, sirve para prevenir, curar o aliviar la enfermedad y corregir o reparar las secuelas de ésta”, mientras que define a fármaco como aquel “medicamento elaborado con una molécula específica”. Y es aquí, a nivel molecular, donde reside realmente la diferencia entre fármaco y medicamento.

Qué es un fármaco

Es una sustancia química activa. Con un efecto terapéutico determinado sobre el organismo que lo ingiere o sobre el que se aplica. Es, realmente, el compuesto responsable de una acción farmacológica concreta, que tiene una actividad biológica, médica o molecular específica. Hablar de fármaco es referirse a un compuesto que tiene propiedades farmacológicas. Independientemente de si se ha formulado en un medicamento o no se ha hecho sobre él. Es una sustancia activa.

Tiene el objetivo y la función de curar, aliviar, prevenir o diagnosticar una enfermedad, una dolencia o los síntomas que pueden llegar a producir una u otra.

Qué es un medicamento

Por su parte, un medicamento es una sustancia o preparado. Es el producto final que obtiene el paciente. Puede contener uno o más fármacos. Y, además, excipientes, que como se describe en la AEMPS, son sustancias inertes que, mezclados con los principios activos, dan consistencia, forma, sabor y otras cualidades a los medicamentos, haciendo que sea más sencilla su uso y su dosificación. Ayudan, además, a su formulación, su conservación o su estabilidad.

Cuando un fármaco es presentado con una forma farmacéutica determinada, se le denomina medicamento.

 

¿Y un principio activo, qué es?

El término principio activo también está relacionado con el de fármaco. El principio activo es la parte del fármaco responsable de su acción terapéutica. Tiene, por así decirlo, actividad farmacológica. Es decir, el componente concreto dentro de una formulación farmacéutica con actividad biológica o médica determinada. Es, en otras palabras, la sustancia realmente genera el efecto que se busca y espera en un medicamento.

Tipos de fármacos

Existen muchos tipos de fármacos. Se clasifican en función de para qué se utilicen:

  • Mucolíticos: su objetivo es acabar con aquella mucosidad que puede estar dificultando una respiración correcta o adecuada del paciente.
  • Laxantes: se emplean para favorecer el tránsito intestinal y lograr combatir el estreñimiento, sobre todo si éste es de larga duración.
  • Antitusivos: ayudan a reducir la tos.
  • Antipiréticos: son empleados para eliminar o reducir la fiebre.
  • Antidepresivos: ayudan a aliviar los síntomas de la depresión y de otros trastornos de salud mental como la depresión. En ocasiones, se emplean también para tratar otras afecciones, incluso el dolor crónico y los trastornos del sueño
  • Antiinfecciosos y antivirales: funcionan para prevenir o tratar infecciones.
  • Antibióticos: el objetivo de este tipo de fármacos es luchar contra bacterias.
  • Antifúngicos: combaten los hongos.
  • Antiparasitarios: su objetivo es luchar contra parásitos.
  • Antiinflamatorios: se encargan de desinflamar y, por tanto, aliviar los dolores producidos por dicha infamación.
  • Antidiarreicos: alivian y frenan los efectos de una diarrea.
  • Antialérgicos: tratan los síntomas de las alergias bloqueando el efecto de la Histamina.
  • Antiácidos: actúan neutralizando el exceso de acidez del estómago.
  • Analgésicos: su función es reducir o eliminar la sensación de dolor.