¿Boticario o farmacéutico?
Comenzando desde los orígenes hasta final del siglo XVIII, el boticario es el titular o persona responsable de una botica u oficina de farmacia donde se preparaban los remedios que prescribían los médicos. Desde el S. XV para ejercer la profesión de boticario es necesario aprobar un examen.
El cambio de nomenclatura de boticario a farmacéutico aparece a principios del siglo XIX, momento en el que se regulan los estudios de Farmacia. El boticario se vincula a aliviar el dolor, vencer la enfermedad e incrementar la esperanza de vida, promoviendo un uso seguro y racional de los medicamentos. Sin embargo, el farmacéutico actual incorpora otros aspectos dentro del marco de la salud a nivel de prevención, educación sanitaria, el cuidado de la salud y la belleza. Se trata de promocionar la salud, por lo que aparecen nuevos conocimientos y nuevos métodos de trabajo.
Organigrama de la farmacia
El organigrama jerárquico de la farmacia también se ha visto transformado. En la antigüedad, se basaba en un sistema básico de boticario y mancebo.
El mancebo hacía referencia a jóvenes sin ninguna titulación que trabajaban como dependientes en la farmacia.
Actualmente y según la Ordenanza Laboral para las oficinas de Farmacia, aprobada en 1975, se diferencian tres roles profesionales en la organización del personal: personal facultativo (farmacéutico), personal técnico y personal auxiliar, éste último también cuenta ya con su propia titulación. Además, esta estructura jerárquica se ha visto completada con nuevas tecnologías que dan un empuje a una farmacia más funcional y más cercana al paciente.
Todo el equipo de la farmacia además de sus funciones dentro de la rama sanitaria debe verse involucrado en labores importantes de gestión. Cada uno de los miembros es pieza clave para el buen funcionamiento de la oficina de farmacia e implicar en funciones de gestión refuerza el sentido de pertenencia.
Empleado de una farmacia
El empleado de la Farmacia, sea técnico o auxiliar, que están bajo la supervisión y presencia del personal facultativo, debe estar capacitado para afrontar tareas de gestión que ayuden a rentabilizar al máximo el espacio de venta. En este sentido, cada vez más el equipo es capaz de estructurar un plan de marketing, de controlar el stock, hacer propuestas de pedido, gestionar productos de nula rotación, fidelizar al cliente con herramientas de marketing y promoción, etc.
La Farmacia debe disponer de un organigrama jerárquico físico en el que se estructure por departamentos: recursos humanos y dirección, almacén, área comercial, área de compras, administración y el área de la farmacia en sí misma. A su vez, estos departamentos vendrán definidos por múltiples tareas, de las cuales se hace responsable a cada uno de los miembros del equipo.
La formación, participación y unión de todos los miembros es clave para ofrecer un buen servicio y atención al cliente. Si estos aspectos están bien trabajados la fidelización del consumidor será mayor.
El equipo sigue siendo el motor de la Farmacia con labores ampliadas: asesoramiento-concienciación sanitaria y gestión empresarial.
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