Entre los distintos tipos de farmacias, la Ley 16/1997, de 25 de abril, de regulación de servicios de las Oficinas de Farmacia Comunitaria, establece que la oficina de farmacia es un establecimiento sanitario privado de interés público, sujeto a la planificación sanitaria que establezcan las Comunidades Autónomas. En ella, el farmacéutico ofrece asesoramiento personal y directo, dispensa medicamentos, evita también sus posibles interacciones y efectos adversos y participa en programas de prevención y promoción de la salud, contribuyendo al bienestar de sus pacientes/clientes.

En base a la Ley estatal 16/1997 citada, las diferentes Comunidades Autónomas, que componen el territorio español, han establecido los criterios de planificación de farmacias, en función de módulos geográficos, poblacionales y distancias. Así, se ha logrado una distribución homogénea de farmacias, situándose la ratio media de habitantes por farmacia entre las más bajas de Europa (2.128 habitantes/farmacia a 31 de diciembre de 2.019), lo que permite que el 99% de la población disponga de una farmacia en su población de residencia, ya sea de tipo rural, urbano, semiurbano o turístico.

Tipos de farmacia

Por lo tanto, según la zona donde ubicar una farmacia comunitaria, podemos establecer dos tipos que, aunque tienen los mismos objetivos y ofrecen una atención farmacéutica personalizada, trabajan de manera diferente, ya que el perfil del paciente al que atienden es diferente :

  • Farmacia rural.  A grandes rasgos, podríamos definir que este tipo de farmacia está ubicada en municipios inferiores a 800 habitantes, El paciente de esta farmacia comunitaria demanda un servicio de carácter más asistencial ya que suele ser de la tercera edad, posee enfermedades crónicas y a menudo está polimedicado. Se trata de un paciente que acude con asiduidad, por lo que es más fácil que el farmacéutico comunitario conozca sus necesidades y tenga incluso un contacto personal con él.
  • Farmacia urbana. Estas farmacias prestan servicios a pacientes con perfiles más variados, sobre todo aquellas que se encuentran en zonas de paso o tránsito, por lo que el farmacéutico comunitario no suele tener un conocimiento tan profundo de sus pacientes. Esta característica influye directamente en la forma de gestionar la farmacia urbana que, debido a la exigente demanda de la sociedad actual y a la posibilidad de utilizar las nuevas tecnologías, impone la mayor necesidad de diferenciarse e implantar servicios complementarios al medicamento, que atraigan y fidelicen al cliente. En esta definición incluiríamos también a las semiurbanas.

Una oficina de farmacia en un entorno urbano habitualmente se ubica en el barrio,  siendo la farmacia de referencia para los vecinos que, además,  suelen establecer una relación de confianza con “su” farmacéutico.  Pero este tipo de farmacia también tiene una parte de sus clientes que no son habituales, son clientes de paso que realizan compras en la farmacia de modo circunstancial (por ejemplo, en centros comerciales). Por lo tanto, podemos decir que las farmacias urbanas presentan dos tipos de clientes: los “vecinos” y los clientes “potenciales” o esporádicos.

Por otro lado, existen también diferencias en cuanto al precio de la farmacia urbana frente a la rural, ya que, en el caso de la farmacia urbana, el volumen de facturación es más elevado y presentan una rentabilidad mayor.

Según el informe “Estadísticas de Colegiados y Farmacias Comunitarias”, que cada año elabora el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, en el año 2023, de las 22.222 farmacias comunitarias que había en nuestro país, dos de cada tres (14.343), se encontraban situadas en municipios que no eran capitales de provincia.

Las farmacias comunitarias, tanto urbanas como rurales, desempeñan roles cruciales, ayudando a apoyar la salud y el bienestar de la sociedad. La farmacia, en su diversidad de ubicaciones, sigue siendo el primer lugar donde acudir para aquellos usuarios que buscan obtener cuidado, orientación y ayuda, con relación a la salud.