“Las mascarillas están agotadas”. Esta era una de las frases más repetidas en las últimas semanas en las farmacias debido a su desabastecimiento en este estado de alarma por la crisis del coronavirus en España. Esto ha sucedido, en parte también, como ocurría en algunas comunidades autónomas como Aragón, porque las boticas tenían restringida su venta y sólo se permitía para pacientes que la tuvieran registrada en su receta electrónica.
¿Cuál es la situación de las mascarillas en las farmacias?
La situación de las mascarillas por parte de los proveedores habituales es desabastecimiento. Esto se ha debido, en parte, a:
- A las intervenciones gubernamentales que han provocado en muchos casos el retraso en la llegada de los pedidos.
- El excesivo celo en el control de aduanas.
- Y la alta demanda que ha provocado que la farmacia se encuentre con precios de compra excesivamente elevados. Tanto si lo adquieren al laboratorio que la suministra como a distribuidores que intermedian en la transacción.
Esto ha provocado que el PVP sea muy diferente a los que solía haber para las mascarillas hace unos meses. Tal ha sido la situación que en algunas farmacias han tenido que ofrecérselos prácticamente a sus pacientes a precios desorbitados, con tal de ofrecer este tipo de productos de primera necesidad. Estos precios han terminado incomodando tanto al cliente como al titular de farmacia.
Los efectos colaterales de la subida de precios
También, como efecto colateral, afloran nuevos proveedores que buscan su oportunidad. Generándose, con ello, un mercado paralelo proveniente de sectores ajenos a la farmacia. Algunos porque se reinventan para salvar esta crisis también económica. Otros porque aprovechan la situación de debilidad sanitaria en la que se encuentra el mundo entero.
Por otro lado, tampoco ayuda la información dispar y nada clara por parte de las autoridades para ofrecer un surtido alternativo con el que cubrir la demanda, que en la mayor parte de las ocasiones carece de certificación.
La desinformación, como decíamos, y la situación de los puertos internacionales tampoco ha ayudado a poder aportar un abastecimiento correcto en tiempo y forma de mascarillas. Pues prácticamente el 90% de la producción de las mismas se produce en China. Este país al ser el primer afectado por la crisis del coronavirus, tuvo en su día que paralizar todas sus fábricas. A consecuencia de ello, se paralizó el mercado internacional, al que se añade ahora el gran colapso en el que se encuentra la exportación desde el aeropuerto de Pekín o el puerto de Shangai. En donde se acumulan millones de contenedores pendientes de poder sacar el material hacia Occidente, sin poder concretar una fecha de entrega.
De este modo, prácticamente desde mediados de febrero, poder predecir, controlar y conseguir un correcto stock de mascarillas. La demanda de mascarillas ha sido una incógnita, sujeta a muchas circunstancias. Y ajena totalmente a la correcta capacidad de gestión del titular. Ésta ha sido más fruto del azar y de la capacidad económica del mismo, quien además se ha visto obligado a pagar por adelantado pedidos que nunca llegaban a la farmacia. Por tanto, se ha visto peligrado su capacidad financiera y la imagen de su establecimiento al no poder ofrecer un suficiente abastecimiento de mascarillas a su paciente.
No sólo hablamos de situación de las mascarillas. Desconfinamiento y regreso escalonado a los trabajos
Una de las principales medidas que se recomiendan desde el Ministerio de Sanidad es la del lavado frecuente de manos. Junto con la colocación de mascarillas y guantes a la hora de utilizar el transporte público o entrar en establecimientos comerciales. No debemos olvidar qué tipo de características mínimas deben tener estas mascarilla. Aunque ya sabemos que la más adecuada es la FFP2 porque protege de infecciones externas y evita que se disemine el contagio si quien porta la mascarilla estuviera infectado, pese a que lo mínimo exigido es portar una mascarilla de tela o quirúrgica que evite esto último.
Este hecho ha provocado que las farmacias se ofrezcan para vehiculizar la distribución correcta de este tipo de material de protección. Mediante organismos como el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) se proponen medidas para manejar una correcta distribución de este material a la población. Su reparto se hará a través de la tarjeta sanitaria, sin margen para las farmacias y al precio intervenido que establezca el Gobierno. Además, el Consejo ha denunciado en más de una ocasión las prácticas especulativas de las que están siendo víctimas las farmacias.
El objetivo de estas organizaciones, así como de todo el sector de las oficinas de farmacia es frenar, de alguna manera, la especulación de este tipo de productos por parte de proveedores ajenos al canal de la farmacia.
Precio controlado y receta electrónica
Además, este ofrecimiento, con precio controlado y registrado a través de la receta electrónica, posibilitará una correcta distribución de las mascarillas a los pacientes a través de las farmacias. De esta manera no se dará la compra masiva de este tipo de productos por un único usuario, facilitando, además, una distribución proporcionada entre toda la población.
Los objetivos de esta medida serían, entre otros:
- Evitar la falsificación
- Intervenir el precio
- Impedir la especulación y el nacimiento de un mercado ilegal paralelo
- Y, en consecuencia, acabar con el desabastecimiento de mascarillas en las farmacias. Algo que a lo largo de esta crisis por el coronavirus (COVID-19) que aún no ha acabado se ha visto que es, cada día, más que necesario.
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